lunes, 4 de abril de 2011

Cuentacuentos (26)

Frase de Sechat.

Continuación de Cuentacuentos (25)



Nunca antes había visto una mirada como la del tuareg que tenía enfrente en ese momento. Realmente él no era un tuareg, pero después de esa noche empezó a llamarle así.

Tras una semana de nervios e inseguridades, aquella noche se encontró cenando con él. Era una sensación rara, se había imaginado aquel encuentro tantas veces que no sabía si era real o era otra de sus fantasías.

Cuando abrió la puerta, le invitó a entrar. Le temblaban las piernas, intentó disimularlo lo mejor que pudo. Esos ojos, esa sonrisa… por un momento se quedó mirándole en silencio. Probablemente no se dio cuenta de que pasaba el tiempo, o quizá no sabía qué decir.

- ¿Qué tal os ha ido sin mí esta semana? ¿Me habéis echado de menos?

¿Que si le había echado de menos? No sabía qué contestar. Había decidido sincerarse con él, pero necesitaba un poco de ayuda.

- Bueno… pues como siempre… - se sonrojó y sonrió tímidamente. - ¿Una copa de vino para abrir boca?

Cogió un par de copas de la vitrina del comedor y sirvió un poco de vino en cada una. Al mismo tiempo, empezaron a hablar del trabajo, de lo que a él le había llevado fuera esa semana, de reuniones, clientes y decisiones que tendrían que tomar. Eso no era lo que ella había imaginado. Poco a poco, su sonrisa se fue borrando y empezó a pensar que sus temores eran justificados y que aquella cena sólo era una reunión de trabajo más.

- Perdona, te estoy aburriendo con todo este rollo del trabajo…

- No, para nada. Si todos nos preguntábamos cómo te había ido – y volvió a sonreír, aunque esta vez había forzado el gesto con la esperanza de que él no captara su decepción.

- Bueno, ¿y no se come en esta casa? Porque me prometiste una cena y de momento sólo has intentado emborracharme… - Ambos rieron. Él intentando deshacerse de la tensión que se palpaba en el ambiente, ella en parte aliviada por el cambio de tema.

Ella fue a la cocina y volvió con dos platos de arroz con curry. Él sonrió.

- Es arroz con curry, ¿verdad? ¿Cómo sabías que era mi plato favorito?

- ¿Ah, sí? No lo sabía – apartó la mirada tratando de que no descubriera que mentía. – Espero que esté bueno, es la primera vez que lo hago.

- A ver… - y probó un poco. – Pues sí que está bueno, ¿eh?

- ¿De verdad? – preguntó emocionada. Esta vez no pudo, ni intentó, esconder su alegría.

- – sonrió –, y mira que es difícil que me guste un arroz con curry que no sea el de mi madre.

- ¿Es su especialidad?

- Algo así… Cuando era joven, estuvo viajando por el mundo y aprendió un montón de cosas. Tiene un montón de historias de aquella época. Pero la verdad es que a mí lo que más me gusta es su arroz con curry. Estuvo viviendo un tiempo en un pueblecito indio, en casa de una mujer que le enseñó cómo hacerlo. Tiene algún truco especial o un ingrediente secreto, estoy seguro, pero aún no he conseguido que me lo cuente. Quizá algún día…

Empezó a ponerse nerviosa otra vez. ¿Cómo pretendía competir con la receta de su madre? Tenía que seguir hablando, no podía permitirse que hubiera un silencio incómodo en ese momento o todo sería tan evidente que no podría seguir fingiendo.

- Vaya… ¿así que tu madre es una aventurera?

- Lo era hasta que nací yo. Cuando supo que estaba embarazada volvió a España.

- ¿Y eso? ¿Cómo conoció a tu padre entonces?

- Pues es una historia muy curiosa. Llevaba un tiempo viajando por el norte de África y soñando con conocer el Sáhara. Sin embargo, siempre había algo que le impedía atreverse por fin a visitar el desierto. La gente que encontraba en su camino le advertía que no era seguro para alguien como ella, que no conocía bien el lugar y podría ser peligroso. Por eso, pasó meses con la idea en la cabeza pero nunca se arriesgó por miedo a que tuvieran razón.

Estaba tan ensimismada escuchando la historia que apenas se dio cuenta de lo que estaba pasando. Él seguía hablando, pero se había levantado y caminaba lentamente hacia la silla que quedaba libre justo a su lado.

- El caso es que un día – continuó – se armó de valor y se adentró en el desierto. No me digas cómo o por qué lo hizo, supongo que fue cosa del destino.

- ¿Del destino?

- Sí, claro. Si no lo hubiera hecho yo no habría nacido.

- ¿Por?

- Porque, como le habían advertido, el desierto era demasiado duro para ella y casi no consigue salir de allí.

- No te sigo…

- Verás – le dijo sonriendo. – A los pocos días de comenzar su aventura se vio sin comida y sin agua en el desierto y, como te he dicho, casi no lo consigue. Llegó incluso a perder el conocimiento. Por suerte, un tuareg la encontró y le salvó la vida.

- ¿Y ése era tu padre?

- No.

- ¿Entonces? ¿Conoció a tu padre después? No entiendo nada…

- No lo entiendes porque no quieres verlo. ¿Cómo puedes no darte cuenta?

- ¿De qué?

Sonrió una vez más. Se acercó lentamente a ella, primero rozando su larga melena y jugueteando con sus rizos, después acariciando su cara con más ternura de la que ella podría haber imaginado. La miró fijamente a los ojos por un instante para acabar susurrándole al oído:

- Es todo mentira. Pero necesitaba darte una razón para que esta vez no salieras corriendo. ¿Qué dices? ¿Te adentras en el desierto conmigo?

Sus pensamientos iban demasiado rápido como para procesar tanta información y comprender lo que estaba ocurriendo. Su corazón latía aún más rápido, tanto que incluso le costaba respirar. Eso no era lo que ella había soñado, era aún mejor, y le estaba pasando de verdad. ¿Qué la paralizaba entonces?

- Te quiero… - y la besó apasionadamente sin darle tiempo a reaccionar.

Desde entonces, ella siempre ha contado la historia de cómo un tuareg le había robado el corazón cenando arroz con curry en algún lugar del Sáhara.


8 comentarios:

  1. Menos mal que lo le falló su instinto y no sufrió un desengaño... El arroz con curry (que tan poco me gusta) ha hecho su efecto afrodisiaco y le ha salido bien todos sus esfuerzos por conseguir el amor de su enamorado...
    Muy buen relato que creo que ha llegado a su fin y con final feliz como a mi me gusta.
    Besos.

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  2. Me encanta, al hilo de frase y como hacerse con ella, con que talento la llevas a lo largo de historia tejiendo sabores de oriente y encantos del desierto que envuelven una bella historia de amor tanto por su naturalidad como por su espontenaidad.
    Ella aparece como una gacela frente al león, con sus esquemas trastocados y los acontecimientos desbordándola queda a merced suya.
    El final nos deja con la intriga de como transcurrió aquella relación, pero con la ilusión que preparó aquella noche merece toda la felicidad!

    Entrañable y bella historia Xanina y dulce aunque sea con curry :)

    ¡Un abrazote!

    Ahh hace tiempo que gané yo testarudina, el botón lo arrojé ese mismo día a la ría!

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  3. Me ha encantado como has podido hilar el mismo cabo en diferente aguja. Y, al final, vence lo que se busca.
    No soy muy fan de las historias de amor ni semejantes, pero esta sí que ha quedado bien cosida.
    Espero que la semana que viene te quede alguna aguja para hilvanar!!!
    Felicidades!!!

    Hell.

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  4. Por cierto: pensábame yo que i daría la moza sidra del güelu en lugar del vinu!

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  5. Me gustó más la primera parte, ya podía imaginar como podía acabar esta historia, esperaba q me sorprendiera más.

    un besote

    pd: es que no soy mucho d historias de amor. Aunque haberlas ailas ... :)

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  6. Esi comentario n'asturiano yé por les veces que estuvi por Cangues d'Onís. ;) Cada año voy por allí un par de veces. A ver a la familia de la novia.
    Y no. No es la historia de la semana. Lo que pasa es que vi la frase y me vino eso a la cabeza, así que me puse a escribirlo. El domingo habrá la verdadera, con el mismo principio de la frase. Siesjke... jajajaja Esto yé un viciu!!!
    Y, si todo va bien, en unos meses tendré acabada una historia fantástica que ocurre por aquellas tierras, con mitología asturiana de por medio, trisqueles y demás... La Carta Xana!!!
    Hasta entonces... un culín??? ;)

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  7. Me ha costado un poco coger el principio, porque no me casaba mucho la frase, pero después me he dejado llevar por la historia y me ha encantado!!

    Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

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  8. He tenido la sensación de estar leyendo el desenlace de la otra historia con comida de por medio, con la que nos deleitasteis hace unas semanas y he de decir que también ésta me ha encantado. Un besote.

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