Frase de Brian.
- No sabía que en la guerra hay monstruos más terribles que el hombre. Bueno, guerra, ya me entiendes…
Él sonreía, parecía contento, al fin y al cabo ahora podía expresarse sin problemas. Yo le escuchaba, intentando ocultar lo orgullosa que me sentía al oírle. Esa conversación habría sido imposible hacía tan solo un mes (¡o incluso una semana antes!) y ahora ahí estaba, explicándome su situación como si lo hubiera hecho miles de veces.
Yo le escuchaba atentamente. Sabía lo importante que era prestar atención a su discurso, estaba depositando su confianza en mí y no quería decepcionarle. Nadie había conseguido sacarle más de dos frases seguidas, siempre tan reservado. Ahora empezaba a contarme cómo había decidido dejarlo todo para venir a España, lo que había sufrido hasta llegar aquí, lo difícil que le parecía todo… Aunque le comprendía, intentaba hacerle entender que nosotros podíamos ayudarle hasta cierto punto porque, por desgracia, no hacíamos milagros.
- Lo sé, eso es lo que yo digo. Antes pensaba que todo era culpa vuestra, o de los otros españoles, pero ahora… La guerra de la que yo hablo no es con personas, ¿sabes? Son otras cosas, como las leyes. Esos monstruos que no me dejan hacer nada. No tengo papeles, y vosotros tampoco podéis hacer nada, ¿entiendes? Es muy difícil en España…
Seguía atónita, casi no podía creer que ese chico fuera el mismo que la semana anterior venía a clase y apenas participaba. A mí, en el fondo, como profesora me dolía que no aprovechara más las clases. Justificaba mi rabia pensando que se hacen por y para ellos. Sin embargo, no podía culparle. Demasiadas cosas en la cabeza, demasiados problemas y demasiado poco tiempo para hacer algo al respecto.
- Bueno, me voy, que tienes mucho trabajo. Nos vemos el jueves, ¿no?
- Claro – dije asintiendo y sonriendo. – ¡Hasta el jueves!
- Ah, y gracias…
- A ti.
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Perdonad esta entrada un poco rara, pero me apetecía escribir algo así. Basada en parte en mi experiencia enseñando español a inmigrantes, hay otras cosas que podrían perfectamente pasarme el día menos pensado. Aunque probablemente nunca la lean, se la dedico a ellos, a mis alumnos, que me aportan más de lo que se imaginan. De ellos aprendo cada día, no sólo a enseñarles nuestra lengua sino a valorar muchas cosas que solemos dar por sentadas. Además, siempre te dan las gracias por todo, incluso por enseñarles español, que es mi trabajo. Por desgracia mucha gente no lo entiende ni lo entenderá nunca, creen que cuando llegan a España todo son ayudas y se les da todo hecho pero, curiosamente, supongo que nadie quiere cambiarse por uno de ellos. ¿O me equivoco?