- Ni siquiera tuvo tiempo de despedirse...
- Para hacer algo así tenía que estar muy mal, vamos, no sé, no te levantas un día y te da un arrebato y…
- Pero si estaba tan mal, ¿por qué no dijo nada?
- Nunca fue demasiado… bueno, no sé, no solía contarnos sus cosas, era muy reservado.
- ¿Y? Éramos sus amigos, si le pasaba algo ¡podía haberlo dicho! No somos videntes, ¿no?
- ¡No habléis así de él! Ya no está… Es demasiado fácil opinar ahora, y demasiado falso ¿no lo veis? Decir “pobrecito”, “le pasaría algo”, “nos lo podía haber dicho”… eso no va a solucionar nada. El caso es que SÍ que le pasaba algo y nosotros no lo vimos. Así que POR FAVOR, dejadlo ya, ¿vale?
- ¿Quién dice que tengamos que ver nada? ¿Es que no confiaba en nosotros?
- No es cuestión de confianza. Éramos sus amigos y deberíamos habernos dado cuenta de que pasaba algo. Ahora ya es tarde, muy tarde...
- Tienes razón, estábamos demasiados ocupados con nuestras vidas…
- ¿No es lo que hace todo el mundo?
- Vamos, admítelo, sólo estás enfadado por lo que ha pasado, es normal. Reconoce de una vez que en el fondo te sientes tan culpable como nosotros…
- ¿Culpable? ¿Culpable de qué?
La pregunta quedó en el aire. En silencio, todos repasaban mentalmente lo que había pasado los últimos días, los últimos meses… intentaban averiguar qué es lo que había pasado para que su amigo ya no estuviera con ellos. Se habían reunido en el bar de siempre, pero ese día faltaba algo… faltaba ese café con leche corto de café sobre la mesa (y las risas que provocaba que siempre recalcara ese corto de café), faltaban esas llaves que domingo tras domingo se quedaban esperando a que su despistado dueño fuera a buscarlas, faltaba esa tímida risa de fondo, faltaban muchas cosas… pero lo que en realidad faltaba era él. Lo había conseguido, ese día era el centro de atención, lo era por primera vez en años. Eso pensaban todos, ninguno lo recordaba como protagonista de nada, siempre había pasado desapercibido. Pero él había estado siempre ahí, con ellos.
Pasaron unos diez minutos en absoluto silencio, era como si el tiempo se hubiera parado. Entre risas y lágrimas recordaban las noches de fiesta, las vacaciones en la playa, los fines de semana en la montaña… pero también lo recordaban ayudándoles con sus desengaños amorosos, cuando estaban enfermos, cuando tenían problemas en casa… siempre estaba ahí. Sabían lo que habían perdido, sabían que él era alguien especial, sabían que era un verdadero amigo.
- Nada volverá a ser lo mismo sin él.
- Si nos hubiéramos fijado más… ¿habría cambiado algo?
Volvió el silencio, ellos pensaban y pensaban en qué habían fallado, ¿qué es lo que habían hecho? o, peor todavía, ¿qué es lo que no habían hecho? De repente, sintieron un escalofrío, todos a la vez. Ninguno dijo nada, pero después de aquello se sintieron como aliviados en cierto modo. Poco a poco siguieron con sus vidas, aunque nunca consiguieron olvidarle. Nunca más fue un recuerdo triste, pensar en él siempre conseguía sacarles una sonrisa.
Unos años después, en ese mismo bar…
- ¿Qué hacéis aquí? ¿Habíais quedado sin avisar?
- ¿Habías quedado tú con alguien? Yo tenía unos días, me acordé de… bueno, hoy hace cinco años…
- Creo que estamos todos igual, no es casualidad.
- Vamos a tomar algo, ¿no?
Las cosas habían cambiado mucho. Era una sensación rara volver a estar todos juntos. Uno a uno, habían dejado su ciudad natal y se habían distanciado, ahora eran prácticamente unos extraños. Sin embargo, había algo que aún les unía: el recuerdo de ese amigo que habían perdido años atrás. Eso formaba parte de todos y cada uno de ellos, había marcado sus vidas y les había llevado allí de nuevo.
- Es curioso… ¿qué pensaría él de esto? Quiero decir, este distanciamiento… ¿lo habría permitido?
- No sé, no lo creo, él siempre nos mantenía unidos. Cuando nos enfadábamos no se ponía de parte de nadie, ¿os acordáis?
- Os parecerá una tontería de las mías pero…
- ¿Pero?
- Nada… pues que… aquella tarde después de su entierro estábamos aquí, en esta misma mesa, y hubo un momento que… no sé, sentí que estaba aquí con nosotros, como si hubiera venido a despedirse...
- Y lo hizo… yo también lo sentí.
- Sí, al final sí que se despidió, ¿eh?
- No, me niego a creer eso.
- ¿Por qué dices eso? ¿Ya empiezas otra vez?
- No, no empiezo nada. Nunca se despidió porque no le hacía falta, nunca se ha ido. ¿Cómo explicáis que estemos todos juntos aquí y ahora?
- Pero si estaba tan mal, ¿por qué no dijo nada?
- Nunca fue demasiado… bueno, no sé, no solía contarnos sus cosas, era muy reservado.
- ¿Y? Éramos sus amigos, si le pasaba algo ¡podía haberlo dicho! No somos videntes, ¿no?
- ¡No habléis así de él! Ya no está… Es demasiado fácil opinar ahora, y demasiado falso ¿no lo veis? Decir “pobrecito”, “le pasaría algo”, “nos lo podía haber dicho”… eso no va a solucionar nada. El caso es que SÍ que le pasaba algo y nosotros no lo vimos. Así que POR FAVOR, dejadlo ya, ¿vale?
- ¿Quién dice que tengamos que ver nada? ¿Es que no confiaba en nosotros?
- No es cuestión de confianza. Éramos sus amigos y deberíamos habernos dado cuenta de que pasaba algo. Ahora ya es tarde, muy tarde...
- Tienes razón, estábamos demasiados ocupados con nuestras vidas…
- ¿No es lo que hace todo el mundo?
- Vamos, admítelo, sólo estás enfadado por lo que ha pasado, es normal. Reconoce de una vez que en el fondo te sientes tan culpable como nosotros…
- ¿Culpable? ¿Culpable de qué?
La pregunta quedó en el aire. En silencio, todos repasaban mentalmente lo que había pasado los últimos días, los últimos meses… intentaban averiguar qué es lo que había pasado para que su amigo ya no estuviera con ellos. Se habían reunido en el bar de siempre, pero ese día faltaba algo… faltaba ese café con leche corto de café sobre la mesa (y las risas que provocaba que siempre recalcara ese corto de café), faltaban esas llaves que domingo tras domingo se quedaban esperando a que su despistado dueño fuera a buscarlas, faltaba esa tímida risa de fondo, faltaban muchas cosas… pero lo que en realidad faltaba era él. Lo había conseguido, ese día era el centro de atención, lo era por primera vez en años. Eso pensaban todos, ninguno lo recordaba como protagonista de nada, siempre había pasado desapercibido. Pero él había estado siempre ahí, con ellos.
Pasaron unos diez minutos en absoluto silencio, era como si el tiempo se hubiera parado. Entre risas y lágrimas recordaban las noches de fiesta, las vacaciones en la playa, los fines de semana en la montaña… pero también lo recordaban ayudándoles con sus desengaños amorosos, cuando estaban enfermos, cuando tenían problemas en casa… siempre estaba ahí. Sabían lo que habían perdido, sabían que él era alguien especial, sabían que era un verdadero amigo.
- Nada volverá a ser lo mismo sin él.
- Si nos hubiéramos fijado más… ¿habría cambiado algo?
Volvió el silencio, ellos pensaban y pensaban en qué habían fallado, ¿qué es lo que habían hecho? o, peor todavía, ¿qué es lo que no habían hecho? De repente, sintieron un escalofrío, todos a la vez. Ninguno dijo nada, pero después de aquello se sintieron como aliviados en cierto modo. Poco a poco siguieron con sus vidas, aunque nunca consiguieron olvidarle. Nunca más fue un recuerdo triste, pensar en él siempre conseguía sacarles una sonrisa.
Unos años después, en ese mismo bar…
- ¿Qué hacéis aquí? ¿Habíais quedado sin avisar?
- ¿Habías quedado tú con alguien? Yo tenía unos días, me acordé de… bueno, hoy hace cinco años…
- Creo que estamos todos igual, no es casualidad.
- Vamos a tomar algo, ¿no?
Las cosas habían cambiado mucho. Era una sensación rara volver a estar todos juntos. Uno a uno, habían dejado su ciudad natal y se habían distanciado, ahora eran prácticamente unos extraños. Sin embargo, había algo que aún les unía: el recuerdo de ese amigo que habían perdido años atrás. Eso formaba parte de todos y cada uno de ellos, había marcado sus vidas y les había llevado allí de nuevo.
- Es curioso… ¿qué pensaría él de esto? Quiero decir, este distanciamiento… ¿lo habría permitido?
- No sé, no lo creo, él siempre nos mantenía unidos. Cuando nos enfadábamos no se ponía de parte de nadie, ¿os acordáis?
- Os parecerá una tontería de las mías pero…
- ¿Pero?
- Nada… pues que… aquella tarde después de su entierro estábamos aquí, en esta misma mesa, y hubo un momento que… no sé, sentí que estaba aquí con nosotros, como si hubiera venido a despedirse...
- Y lo hizo… yo también lo sentí.
- Sí, al final sí que se despidió, ¿eh?
- No, me niego a creer eso.
- ¿Por qué dices eso? ¿Ya empiezas otra vez?
- No, no empiezo nada. Nunca se despidió porque no le hacía falta, nunca se ha ido. ¿Cómo explicáis que estemos todos juntos aquí y ahora?
Más historias: http://www.elcuentacuentos.com/
Es cierto...los que no se despiden nunca se fueron...
ResponderEliminarVaya, esta resultando una semana muy emotiva.
ResponderEliminarUn relato con mucho sentimiento, unas conversaciones con mucho peso y que que marcan. Pero lo que más marca es la frese del final. Me ha gustado, pero me voy con un nudo en el estomago.
Me ha gustado mucho niña, mucho. De hecho me entrado un escalofrío tremendo justo cuando he terminado de leer... y me ha embargado la emoción.
ResponderEliminarLo has descrito a la perfección, ese sentimiento de frustración, de ignorancia... Al final, como bien dices, no hay despedida que valga porque siempre estará en sus corazones.
Un abrazo.
¿Sinceramente? Me ha encantado, y por mil motivos diferentes.
ResponderEliminarMe gusta tu forma de escribir, la sencillez con la que cuentas las cosas, me gusta lo que cuentas y como lo cuentas, me gusta esta historia, me gusta lo que dice y, sobre todo, me gusta que esta semana hayas escrito precisamente esto. Porque esto, esto que tú has escrito es lo que yo necesitaba leer y es en lo que yo necesito creer.
Gracias Cris, de corazón! Y mi enhorabuena más sincera.
Un besote muy gordo!
Siempre he pensado que nunca nadie se va del todo, siempre hay algo de esa persona que se queda contigo...
ResponderEliminarCon el día tonto que tengo hoy, leer cosas así de emotivas me hacen estremecerme por dentro :)
Una historia preciosa y muy muy bien contada
Un besito
Buf! durillo pero emotivo...con mucho sentimiento...
ResponderEliminarSobre todo el final...los pelos de punta...
Me gusta como escribes y como expresas todo lo que quieres transmitir...
Otro relato maravilloso que nos regalas esta semana.
ResponderEliminarY tienes toda la razón del mundo al decir que aquellos que se marchan lejos en verdad siguen viviendo cerquita aunque solo sea en el recuerdo de las personas que lo querían o en el interior de sus corazones.
Un abrazo
Muy buen relato, Atenea :) Si es que nunca valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos... y la amistad es una de esas cosas a las que deberíamos prestar más atención.
ResponderEliminarMe ha encantado cómo has desenvuelto la historia, y la naturalidad de los diálogos. Oyes a los personajes ;)
Un besote,
Mun Light Doll
La verdad, me dejás acariciando a los seres que me pueblan. Esos que, aunque ya partieron, siguen viviendo en mí.
ResponderEliminarQué decirte, la puta madre, si anoche soñé con mi viejo. En el sueño nos pegabamos un abrazo fuerte.
Un beso Atenea y gracias
Mira que eres tontaka ehhh!!!
ResponderEliminarEl otro día se lo decía a Paula (Livtrase) y ahora te lo digo a ti: No me des las gracias que NO me gusta (ni lo merezco tanto como tú dices!!!!)
Nena... es tan simple como esto: si lo miras desde fuera (sin ser ni María ni Cris) verás que tu relato es el "apoyo" que necesita el mío! ;) No hay más que eso... Y te diga lo que te diga será porque así lo pienso, que... tb te digo que cuando no me guste te criticaré ehhh, no te creas.... :P
Y también te voy a decir otra cosa: gracias a la petición de Ricardo, mis recomendaciones de esta semana han sido sobre las seis historias que Kiko escribió para Cuentacuentos, pero... de no haber sido así, tu historia estaría entre las que pensaba recomendar (y la primera de la lista) Palabrita de cuentacuentos!
Un beso enorrrrrrrrrrrrme y no dejes de escribir y de hacerlo como lo has hecho hasta ahora! ;)
Nunca he perdido a nadie. Pero seguramente le odiaría por no despedirse, aunque sería por poco tiempo, seguramente le recordaría con cariño y hablaría con él, como si fuera mi ángel guardián.
ResponderEliminarPrecioso.
besos de mora
Mira que para que lo recuerden siempre, debió ser alguien muy especial, ese tipo de gente siempre dejan una huella imborrable.
ResponderEliminarSaludos!!
Hola xanina, ya ves que voy ganando, el clik está ya oxidado así que mejor te olvidas de que vaya a usarlo. Si eres capaz de vencer la falta de tiempo escribiendo con la belleza que impregna la sencillez y naturalidad de tus textos, te das cuenta de lo que harás cuando dispongas de el ?
ResponderEliminarAunque tenga próximamente que alzar mas la vista aún seguiré mirando al norte. Pero aún allí no permitas que se congelen tus palabras! Un abrazoo turianina!!
*sí lo creo
:D el sábado se me peto internet justo cuando estaba dejando el comentario en este cuento :S
ResponderEliminarEn fin, me encanto. Hay dialogos en los que la tension se puede cortar con un cuchillo, y me puso la piel de gallina.
Muy bonito.
un besito, a ver si leo el de esta seman :)