martes, 21 de agosto de 2007

Cuentacuentos (20)

Frase de Mundoyás y Níobe.

Aquí todo el mundo va a su bola, menos yo que voy a la mía
siempre intentando dar la nota, ser diferente a los demás. Me pregunto por qué lo hago, ¿de qué me sirve? Ahora mismo sólo siento una cosa y no es precisamente satisfacción. ¿Me estaré equivocando de nuevo?

Lo cierto es que tengo miedo de todo y de todos, tal vez por eso me aíslo. Tengo la sensación de que si me involucro demasiado voy a sufrir otra vez, probablemente porque volveré a estropearlo todo. Siento que soy como un rey Midas, y soy incluso más desgraciado que él ya que éste al menos convertía en oro cuanto tocaba. Yo ni eso, estando yo de por medio nada bueno puede esperarse.

Aunque, por supuesto, no me creo especial por sentirme así, es más, espero que alguien más haya estado en mi misma situación. Es curioso como al sufrir siempre creemos estar solos cuando, pensándolo bien, ha de haber alguien más pasando por lo mismo o, tristemente, por algo mucho peor que tú.

¿Se puede saber a dónde quiero llegar con todo esto? Tiendo a analizar en demasía (y así me va…) pero es ahora cuando me doy cuenta de que no soy tan desgraciado. Todo aquello que daba por hecho es lo que hace que me levante cada día y que siga sonriendo aunque sólo sea un poquito. Soy consciente de lo que tengo, de lo que echaría de menos si ocurriera algo. ¿Me habré dado cuenta demasiado tarde? Llegar tarde, ése es otro de mis miedos…

Pero volviendo a lo de ser diferente… ¿realmente lo consigo? Es decir, ¿qué es lo que piensan los demás de mí? Sé que debería darme igual, pero en estos momentos no puedo dejar de preguntarme si me ven como a una persona que se sale de lo “normal” o, por decirlo de otra forma, si me consideran un bicho raro. El caso es que este afán por ser extraordinario no me lleva a ninguna parte porque ahora soy como cualquier otro, y es que solamente una cosa nos trata a todos por igual.

Pienso en los errores que he cometido, que no son pocos, y en la forma de enmendarlos. Veo poca solución para la mayoría de ellos y para los que la tienen me falta valor. Me he convertido en un verdadero cobarde. ¿No es absurdo? Y yo que me creía valiente por querer ser distinto a los demás… en el fondo sigo la corriente como todos, sólo que yo no me atrevo a admitirlo.

Mis amigos, los pocos que me quedan, creen que ya no soy el de antes. Lo cierto es que yo mismo me veo como un hombre aburrido, que ya no se divierte como antes. Me he convertido en un amargado al que podría darle poco menos que un infarto por el mero hecho de pensar en hacer un pequeñísimo cambio de planes en su más que organizada vida. Sin duda por eso me va tan mal, pienso demasiado en lugar de actuar. Y cuando me propongo organizar algo no le viene bien a nadie… soy yo el que siempre acaba amoldándose a los demás. Además, cuando me avisan para quedar siempre me da la sensación de que lo hacen por pena, no sé, como si en cierto modo se sintieran obligados a verme cada cierto tiempo.

Le doy demasiadas vueltas a todo, lo sé. Pero es que llevo mucho tiempo pensando que cada descubrimiento que hago me hace especial y me convierte en “uno de los elegidos” cuando en realidad miles de personas ya se habían encontrado con eso antes que yo. Según va pasando el tiempo me doy cuenta de que no hay absolutamente nada extraordinario en mí.

Ahora, sentado sobre esta incómoda silla, me pregunto si el pensar en todo esto va a cambiar algo. Las paredes de esta sala, que en su día fueron blancas y hoy lucen un color que es a mi entender indescriptible, me ponen nervioso. Pero el hecho de que necesiten al menos una mano de pintura es simplemente una forma de distraerme, de no pensar en lo que realmente me tiene atemorizado.

De repente, algo me paraliza. Recuerdo lo que me ha traído a esta sala de espera, sé que me llamarán en unos minutos y no sé qué puede ocurrir. Mi vida pasa ante mis ojos, ¿de verdad quiero ser recordado así? Con suerte tal vez ni siquiera me recuerden…

- ¿Señor García? Puede usted pasar, el médico le espera…

Muy amablemente la enfermera me ha despertado de esos pensamientos que me habían transportado como a otro mundo. Mi corazón late con más fuerza en cada paso que doy hacia la puerta de la consulta donde me sentaré frente a un desconocido que me dirá cuál va a ser mi propio destino… Llevo casi una hora replanteándome mi vida y ahora siento miedo otra vez, ¿habrá merecido la pena?

6 comentarios:

  1. Te aseguro algo que sí merece la pena, y es venir a leerte.
    Una cosa rara que no sabes si te gusta o no pero ahí va? Lo que iría pero hacia ti sería collejas si no llegas a publicar xanina!:)
    Te enfrentaste a la frase y vaya si la has vencido. Una reflexión que busca razones de convencimiento a las que agarrarse para seguir adelante, mientras se sitúa en tierra de nadie, entre el mundo al que se enfrenta y el que está peor. Hasta que esa realidad de la que se evadió le devuelve a ella.
    Y el mundo sigue. Y tú no dudes de que escribes muy bien, y de que cuando más te lo creas lo harás mucho mejor.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  2. Muy buen cuanto-reflexión. Utilizas uno de los grandes temas, eld el miedo al yo mismo y al que dirán. Si algo echo en falta es que no te hayas explayado más aún, pero claro en formato blog ya se que no se puede.
    Me ha gustado mucho porquer era muy dificil esta frase y la has cogido muy bien.

    Un saludo,

    Pedro.

    ResponderEliminar
  3. Uf, el pesimismo reflejado a plena máquina. El relato me gusta, pero creo que le falta un toque de esperanza. Besitos.

    ResponderEliminar
  4. Interesante cuento Atenea, a veces está bien cuestionar ciertos aspectos de nuestra vida, pero también aquel hombre de la historia dejó de disfrutar su vida por criticarse tanto a si mismo.

    Un abrazo y besos :)

    ResponderEliminar
  5. Creo que casi todo el mundo en un momento u otro, cuando está bajo de moral se plantea este tipo de cosas, quizá sin tanta profundidad como el protagonista del relato.

    Muy bueno, me gusta como lo has llevado.

    Salu2

    ResponderEliminar
  6. Sabes que me siento muy identificada con este relato?? El mes que viene tengo que ir a hacerme una revisión y quizá me digan que me tienen que operar...

    Sé que si llega el caso, será lo mejor para mí, pero no puedo evitar estar asustada...

    Ayer vi en el telediario una operación que hacen en Salamanca para aliviar los dolores de las migrañas crónicas... Quizá el día de mañana también tenga que pasar por esa... Sería lo mejor para dejar atrás los dolores de cabeza que hace ya casi dos años que no me dejan dormir...

    Me ha encantado, lo dicho, que me siento muy identificada...

    Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

    ResponderEliminar